8 de junio de 2007

BEATS

noviembre 18, 2004

Allen Ginsberg - El Automóvil Verde


Si tuviera un Automóvil Verde
me iría a buscar a mi viejo compañero
a su casa en el océano Occidental.
Ha! Ha! Ha! Ha! Ha!

Tocaría mi bocina ante su viril verja,
en el interior su mujer y tres
niños despatarrados desnudos
en el suelo del cuarto de estar.

El saldría corriendo
hasta mi coche lleno de heroica cerveza
y saltaría gritando al volante
porque él es mejor conductor que yo.

Peregrinaríamos al monte más alto
de nuestras anteriores visiones de las
Montañas Rocosas
riéndonos el uno en los brazos del otro,
nuestro deleite sobrepasando las más
altas Rocosas.

y después de la vieja agonía, borrachos de
años nuevos
saltando hacia el nevado horizonte
el salpicadero reventando de bop original
bólido en la montaña

sacudiríamos la nubosa autopista
donde ángeles de ansiedad
se tambalean entre los árboles
y huyen gritando del motor

arderíamos toda la noche en el pico frondoso
de pinos
vistos desde Denver en la oscuridad del verano,
innatural resplandor semejante al del bosque
iluminando la cumbre de la montaña:

infancia juventud ancianidad & eternidad
se abrirían como dulces árboles
en noches de otra primavera
dejándonos pasmados de amor,

porque podemos ver juntos
la belleza de las almas
ocultas como diamantes
en el reloj del mundo,

igual que los magos Chinos pueden
maldecir a los inmortales
con nuestra intelectualidad
ocultos en la neblina,

en el Automóvil Verde
que he inventado
imaginado y visualizado
por las carreteras del mundo

más real que el motor
en un sendero del desierto
más puro que el Greyhound y
más rápido que el reactor físico

Denver! Denver! volveremos
rugiendo a través de la pradera del edificio
City & County
que capta la pura llama esmeralda
que floree en la estela de nuestro auto.

¡Esta vez compraremos la ciudad!
Hice efectivo un gran cheque en el banco de
mi cráneo
para fundar un milagroso colegio del cuerpo
en lo alto del tejado de la terminal de
autobuses

Pero primero recorreremos las paradas del centro,
billar posada de mala muerte antro de jazz cárcel
casa de putas Folsom abajo
hasta las más oscuras callejas de Larimer

presentando nuestros respetos al padre de Denver
perdido en las vías del tren
estupor de vino y silencio
saludando el barrio bajo de sus décadas,

saludarle a él y a su santa maleta
de oscuro moscatel beberemos
y reventaremos las dulces botellas
sobre Diesels como muestra de fidelidad

Entonces iremos conduciendo borrachos sobre los
bulevares
donde marchan ejércitos y hacen aún paradas militares
tambaleándose bajo la invisible bandera de la Realidad---

Lanzados a lo largo de la calle
en el auto de nuestro destino
compartimos un cigarrillo arcangélico
y nos leemos el futuro el uno al otro:

famas de sobrenatural iluminación,
desolados y lluviosos espacios de tiempo,
gran arte aprendido en la desolación
y nos separamos después de seis décadas

Y en un cruce de asfalto,
nos encargamos el uno del otro con principesca
suavidad una vez más, recordando
famosas charlas muertas de otras ciudades.

El parabrisas está lleno de lágrimas
la lluvia humedece nuestros pechos desnudos,
nos arrodillamos juntos en la sombra
en medio del tráfico nocturno del paraíso

y ahora renovemos el solitario juramento
que nos hicimos hacer el uno al otro
una vez en Texas:
No puedo inscribir aquí...
................
................

¿Cuántos sábados por la noche se convertirán
en borrachera por culpa de esta leyenda?
¿Cómo vendrá la joven Denver a llorar
a su olvidado ángel sexual?

¿Cuántos muchachos golpearán el piano negro
en imitación de los excesos de un santo nativo?
o ¿cuántas muchachas caerán lascivamente bajo
su espectro
en las escuelas superiores de noche melancólica?

Mientras continuamente en la Eternidad
en la tenue luz de la radio de este poema
nos sentaremos tras sombras olvidadas
prestando atención al jazz perdido de todos los
sábados.

Neal, ahora seremos héroes de verdad
en una guerra entre nuestras vergas y el tiempo:
seamos los ángeles del deseo del mundo
y llevémonos el mundo a la cama con nosotros
antes de morir.

Durmiendo solo, o con compañero,
muchacha o marica, oveja o sueño,
fallaré por falta de amor, tu saciedad:
todos los hombres caen, nuestros padres cayeron
antes,

pero el resucitar esa carne perdida
no es más que trabajo de un momento
para la mente:
un intemporal monumento al amor
en la imaginación:

monumento construido con nuestros propios cuerpos
consumidos por el poema invisible---
Nos estremeceremos en Denver y aguantaremos
aunque la sangre y las arrugas cieguen nuestros
ojos.

Así este Automóvil Verde:
Te doy en vuelo
un regalo, un regalo
de mi imaginación.

Iremos montados en él
sobre las Rocosas
seguiremos montados en él
toda la noche hasta el amanecer,

y después de vuelta a tu vía férrea, el SP
tu casa y tus hijos
y destino de pata quebrada
montarás planicies abajo

por la mañana: y de vuelta
a mis visiones, mi oficina
y mi apartamento del este
volveré a Nueva York.

NY, 1953

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